Acoso escolar e institucional (Pincha en la imagen)

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ACOSO ESCOLAR E INSTITUCIONAL (Pincha en la imagen)

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sábado, 23 de junio de 2012

Cada vez que me pongo a hacer mi hora diaria de gimnasia, me acuerdo de mis “inquisidores” y de sus muert..., y digo: ¡Va por ustedes! ¡Olé!

 

que os den

Comentario recogido de un artículo sobre acoso escolar, donde una víctima anónima narra sus vivencias. Sin desperdicios y con un final justo: el que haya conseguido muchos de sus propósitos y motivaciones. Espero que sus hostigadores hayan tenido lo que se merecen en esta carrera de fondo que es la vida, aunque desgraciadamente muchas veces ese deambular se construya con demasiadas artimañas…

 

Era una niña a la que le gustaban mucho las matemáticas y la ciencia. Recuerdo aquel álbum que releía sobre la historia de la Tierra. Me encantaba releerla, una y otra vez.Ya a los 7 meses hablaba, (me cuenta mi madre, siempre ha bromeado, cómo decía perfectamente "salchichón"), andaba antes sobre la cama deshecha que sobre el suelo (por eso ella siempre ha bromeado diciendo que sólo se me da bien lo que a otros se les da mal... jaja! ¿Tenía más cualidades que estar “gorda”?
Me llamaban “gorda” pero jamás pudieron llamarme fea, porque las que tenían narices de buitre eran ellas/os, o dientes de conejo (la cara es el espejo del alma) , o piernas torcidas, o cuerpo de tío (mujeres andróginas), o excesivo vello corporal ... Toda una retahíla de defectos corporales que yo no poseía pero ellas/ellos sí, aunque parece ser que sólo contaba el mío.
Ahora ellas/ellos siguen con sus defectos, más aumentados aún si cabe, y yo, me desprendí de aquel “enooorme” defecto, que justificaba que fuera humillada, despreciada, vilipendiada, maltratada, amenazada y agredida a veces con una furia fuera de toda lógica.
En el colegio lo peor era el recreo. Las compañeras me despreciaban (gorda y empollona me decían también), si superan que nunca he necesitado empollar … Pero peor que el colegio fueron las vacaciones en La Manga, urbanización Golamar... Wauuuu! Qué vacaciones más tonificantessssshhhh!!!
Yendo al grano: mis padres compraron un piso en la maldit... urbanización. Allí estuve desde los 12 hasta los 23 años, ahora que lo estoy escribiendo, todavía me tiemblan las manos. (Menos mal que mi marido ahora se ha ido a dormir y no me ve). Desde los 12 años, los insultos fueron continuos, hasta se apostaban en el portón del bloque (casualmente había un banco) y cuando me asomaba por la ventana: ¡Gorda!. Allí estaban sus mamis/papis que cuando el/la adolescente me insultaba, en vez de mirarlo a él, ¡me miraban a mi y con reprobación! Para bañarme en el Mar Menor, tenía que levantarme temprano, sobre las 7, antes de que mis “inquisidores” se levantaran. Porque si no, después de insultarme a placer, alguna que otra piedra podía volar hacia mi. En una ocasión, me cercaron unos 5 o 6 adolescentes-hombres gritando obscenidades mientras venían hacia mi en el mar. Yo, con miedo-odio, iba avanzando hacia la profundidad huyendo de ellos, hasta que se cansaron. (Pensaba que me iban a agredir o violar). Desde la orilla se vería todo, pero claro, la culpa era mía porque no me relacionaba... ¡Es increíble!. Pues no, no me relacionaba ni me relacionaré con la gente que me insulta, porque 'pa' huev... los míos hasta el final. Después le tiraban piedras a mi linda y dulce gatita Cleopatra (qué guapa y buena era). Que si yo era muy rara porque cuidaba a mis gatos (de esto mi marido suele decir que es la mentalidad del torero-torturador española, y me recuerda que en el norte de Europa, los gatos son muy queridos y apreciados y es normal darles afecto).
A los 23 años, después de haber terminado mi primera ingeniería dije a mis padres que no soportaba más ir a La Manga de vacaciones, que fueran ellos solos porque si me obligaban a volver allí, me suicidaría. Aquel acoso que tuve (con los ojos cerrados de mis “pobres padres”) hizo que mis padres vendieran la casa. Yo nunca más he veraneado aunque ahora nadie puede insultarme.

Luego hice mi segunda ingeniería superior, aprobé unas oposiciones del Estado, empecé mi doctorado, me casé, construímos un hogar, me compré un coche y seguí cuidando de mis gatos y además alimentando a 4 gatos callejeros ¡¿Pasa algo?!.

 

 Cada vez que me pongo a hacer mi hora diaria de gimnasia, me acuerdo de mis “inquisidores” y de sus muert..., y digo: ¡Va por ustedes! ¡Olé!

Y yo también Sonrisa

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